martes, 21 de octubre de 2008

Un velero llamado Libertad...

Resulta que ha llegado a la costa valenciana el barco de la discordia. Ese barco holandés que elude la justicia española alejandose de nuestras costas un mínimo de 12 millas para permitir a las mujeres españolas abortar libremente, cosa que nuestras leyes prohíben. Recorridas dichas 12 millas las leyes de nuestro país ya no son efectivas y se está bajo leyes de aguas internacionales.

Creo que no es de proceder que nuestras mujeres tengan que embarcarse en semejante y vergonzoso 'crucero' para poder interrumpir un embarazo que no desean llevar a su fin. Creo que deberían tener el amparo legislativo suficiente para poder decidir sobre sus propias vidas de forma libre y sin la necesidad de esconderse de sus propios vecinos por si las tachan de asesinas o las apuntan con el dedo.

NO AL ABORTO. 

Estas tres palabras son las que se repetían desde la costa por un grupo de anti-abortistas. Lo respeto, igual que yo pienso de la forma que estoy expresando en estas líneas respeto a los que puedan discrepar. Lo lamentable de la situación era ver en ese grupo a niños que dudo superasen los 12 años. Niños que seguramente no sepan las consecuencias que puede traer un embarazo no deseado.

No hace mucho se daba la noticia de la aparición de un bebé, de escasos días de vida, dentro de un contenedor. Seguro que todos los anti-abortistas que en la costa valenciana criticaban al barco holandés estarían orgullosos de esa madre que puso la vida de su hijo en una bolsa de basura. Mejor eso que decidir interrumpir su embarazo de forma controlada. Dejemos bebés en la calle abandonados a su suerte. Eso no es atentar contra la vida. Abortar, sí.

Dejemos a las mujeres la libertad de decisión que todos predicamos deben tener y permitanme bautizar a ese barco de la discordia como: LIBERTAD.

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