lunes, 10 de noviembre de 2008

Castigando el buen trabajo...

Se está poniendo de moda y como se den cuenta las empresas de que a veces funciona se puede convertir en algo más habitual de lo que nos gustaría.

Si las cosas fueran con deben ser...
Cuando un trabajador hace un buen trabajo lo más normal es darle unas palmaditas en la espalda, decir "buen trabajo" y animar al empleado en cuestión a seguir con ese ánimo y a no decaer en su tarea. En algunas ocasiones, las menos, también se podría premiar al individuo con unos euros extras a final de mes si los logros han sido suficientemente importantes. ¿A nadie amarga un dulce, no? Estoy casi convencido de que de esta manera se lograría que la productividad de las empresas aumentase. 


Esto es lo que me pasó...
Pues bien. Mi jefe se acerca de visita a nuestra pequeña ciudad para compartir con nosotros unas palabras y para ver qué tal nos va en nuestro día a día. Tras hacer con que se interesa por nosotros y preguntarnos cuatro tonterías comienza a darnos la enhorabuena por lo bien que estamos realizando nuestra labor y lo buenos que somos en nuestro trabajo. Sinceramente, me puteé. Me parecía muy raro. Pues dicho y hecho, acto seguido nos viene con que, tras despedir al individuo que hacía cierto trabajo, una compañera y yo pasábamos a ser los los responsables de dicho trabajo. "No os lo toméis como que os han puesto más trabajo sino que estamos contentos con vosotros y confiamos suficientemente en vosotros como para que desempeñéis esta labor." Me caí de culo. De verdad. Creía que me estaba tomando el pelo. ¿Estás contento con lo que hago así que toma más? Me parece muy bien. Seguid castigando el buen trabajo y verás que pronto te mando al lugar por donde se empiezan a hacer los cestos en mi pueblo.*

El día que la visión comercial de este país pase por compensar al que se lo curra y castigar al holgazán, habrá gente muy válida trabajando y mucho vago en el paro pero cada uno estará donde se merece. Mientras tanto sigamos en esta dinámica de quemar trabajadores hasta que no puedan más y cualquier día los dueños de las empresas tendrán que hacer el trabajo ellos mismos. Ese día me reiré, desde la cola del paro, pero me reiré. Lo juro.

*En mi pueblo los cestos comienzan a hacerse por el culo.

No hay comentarios: